Que el amor sea sincero: ¡detesten el mal y apéguense al bien! Apréciense unos a otros con amor fraterno; honren a los demás más que a ustedes mismos. No sean perezosos en el esfuerzo; sirvan al Señor con fervor de espíritu. Estén alegres en la esperanza sean pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Tengan un mismo sentir los unos para con los otros, sin pretensiones de grandeza, dejándose llevar por los humildes. No se crean sabios. No devuelvan a nadie mal por mal y procuren el bien ante toda la gente. En cuanto sea posible y de ustedes dependa vivan en paz con todos. (Romanos 12, 9 ss)
Este pasaje de la carta a los Romanos está lleno de directrices para emprender de un camino espiritual basado en el amor. Iniciando con la sinceridad que este debe de mostrar, un amor libre de caretas y de prejuicios, un amor semejante al de Cristo, en donde hacer la voluntad del Padre y ver por el otro eran la base. En ocasiones se ha desvirtuado este amor, y lo hemos rebajado a lo que en realidad no es.
Seguido a este amor sincero, que brota de lo más profundo de nuestros corazones, se presenta el apegarnos al bien, siembre estar alejados del mal. Y es aquí donde hemos de comenzar a caminar con pies de plomo, y pisar cuidadosamente porque a lo largo de nuestra vida, de nuestro camino se nos presentan “bienes”, que son mera apariencia, y nos alejan de lo que en realidad es el mayor bien. Que es el estar cerca de Dios, de su Palabra, de su Amor.
Como mencioné este amor se tiene que reflejar hacia el otro, ya que nuestra vida no es aislada, no vivimos envueltos en una burbuja que nos impida tener interacción con alguien fuera de mí. Incluso Dios mismo es ejemplo de esta vida en comunión, a ser la comunidad por excelencia en donde el Padre, el Hijo y el Espíritu, están unidos por el amor.
Lo hemos escuchado y conocemos que el amar al prójimo es relativamente sencillo siempre y cuando la otra persona sea conocida, o tenga algún tipo de afinidad con ella, sin embargo san Pablo no hace exclusión de personas por una falta de afinidad, se menciona en el pasaje que a nadie se devuelva mal por mal, incluso el comentario de la Biblia de la Iglesia en América lo expone de la siguiente manera: Es fundamental un amor sin hipocresía, no solo a los de la propia comunidad, sino también a los que no pertenecen a ella, incluso a los enemigos y a quienes los persiguen, recordando así los mandatos de Jesús.
Sinceridad, paciencia, esperanza, humildad, paz con todos, virtudes que enmarcan el camino espiritual del amor. Te invito a que caminemos juntos.
Nota: La imagen que utilizamos el día de hoy es de una escultura hecha por sor Caritas Muller (Suiza). Ella ha recibido la gracia de compartir, a través de sus esculturas en terracota, su experiencia de Dios.
Seminarista de la Diócesis de Ciudad Juárez, con intereses en la Música Sacra, la Teología Pastoral y Trinitaria.