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Por esta misma razón esfuércense todo lo posible en añadir a su fe la virtud; a la virtud, el conocimiento; al conocimiento, el dominio de sí; al dominio de sí, la paciencia; a la paciencia, la religiosidad; a la religiosidad, el aprecio fraterno, y al aprecio fraterno, el amor. Porque si todo esto lo tienen en abundancia, no quedarán ociosos ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. En cambio, el que no posea esto es como un ciego o un miope por haber olvidado que ha sido purificado de sus pecados anteriores. Por tanto, esfuércense por reafirmar su vocación y elección. (2 Pedro, 5-10)

Es necesario en el camino de fe cristiana que hemos emprendido desde el día de nuestro bautismo, y que se ha reafirmado el día que nos hemos confirmado, nos lleve a un crecimiento espiritual. No podemos permanecer estáticos e incluso olvidar que necesitamos poner esfuerzo y empeño.

Nuestra vida está marcada por varios momentos en donde recibimos un llamado por parte de Dios, personalmente descubro tres muy grandes: el llamado a la vida que se nos hace desde que somos concebidos, el llamado a ser cristianos por el bautismo, y el llamado a la santidad que se da por estar incorporados a la familia divina y se va haciendo posible por nuestra vocación especifica. Atendiendo un poco más al segundo por lo que la cita de san Pedro nos atañe; cuando somos incorporados por el bautismo a la vida de Hijo de Dios (porque recordemos que nosotros somos hijos en el Hijo), se nos perdonan nuestros pecados y participamos de la naturaleza divina.

En ocasiones parece que somos ciegos, y hemos perdido de vista que, si bien hemos sido perdonados y purificados (por el bautismo), corresponde a cada persona esforzarse por crecer, en ese don recibido de la fe, para no quedar ociosos y estériles, ya que estas palabras caracterizan las vidas de muchos cristianos, a quienes les faltan más conocimiento de Dios, conocerlo a Él por medio de una relación en un sentido que sea más completo y profundo cada vez.

A este sentido más completo y profundo, se llegará solo entrelazando los eslabones de la cadena del crecimiento espiritual, que se menciona en los primeros versículos. La fe es la base fundamental, ya que sin fe no somos cristianos. La virtud, que encontramos como una excelencia moral, es necesaria en segundo momento, porque sin eso, no lograríamos tener una conciencia clara. Si vivimos en una desobediencia conocida a Dios, Él no nos revelará la verdad espiritual. Por lo tanto, la virtud precede al conocimiento. El conocimiento, vendrá por ello después porque debemos conocer la Palabra de Dios para Informar a nuestra conciencia y guiarnos en todo nuestro pensamiento y comportamiento.

Sin embargo, conocer la verdad no ayuda en nada sino practicamos el dominio propio y la perseverancia para cuando las pruebas y las tentaciones se hacen presentes. A medida que perseveramos, desarrollamos religiosidad, que se refiere a vivir en reverencia a Dios en cada situación. Pero la verdadera religiosidad no es solo un asunto privado entre el individuo y Dios; se manifiesta en las relaciones interpersonales. Es por ello por lo que necesitamos la fraternidad y con ello llegar al amor. Donde todo se corona.

El crecimiento espiritual es un proceso largo y sólo muestra resultados cuando lo practicamos constantemente. Si no estamos haciendo mucho progreso espiritual, entonces debemos examinarnos a nosotros mismos.