[ A+ ] / [ A- ]

“¿Con qué compararé a la gente de esta época? ¿A qué se parece? Se parece a unos niños que están sentados en la plaza y gritan unos a otros aquello que dice: “Hemos tocado la flauta y para que ustedes bailaran, y no han bailado. Hemos entonado cantos fúnebres para que ustedes lloraran, y no han lloraron”, porque vino Juan Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: ¡Está loco! Vino el Hijo del hombre, que sí come y bebe, y dicen: ¡Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y pecadores! Pero lo que se dejan instruir por la sabiduría le dan la razón a la sabiduría de Dios. (Lucas 7, 31-35)

El pasaje presentado el día de hoy, es un texto muy fuerte que enmarca una denuncia importante para quienes estamos en la senda de la fe. Inicia el evangelista, exponiendo los cuestionamientos que Jesús hacía, y que desembocan en una semejanza a la forma en que se comporta un niño, es un tanto fácil captar este sentido; cuando unos niños quieren jugar a determinada clase de juegos, otros no les hacen caso y quieren otra cosa.

De la misma manera sucede con la gente de esa época, se ha vuelto caprichosa, todo lo cuestionan, y creen tener entre sus manos la verdad y la solución. Primero fueron tras la persona del Bautista, y después por Jesús, nada les parecía, todo lo encontraban mal.

Es de la misma manera como puede pasar hoy en día con nosotros, a ti y a mí. Podemos pensar en que tenemos la respuesta, y cuestionamos todo lo que nos rodea, e incluso el mensaje que nos pueden transmitir. Hemos hecho de la sociedad, una sociedad de “verdades”, se ha dejado atrás la única verdad, la única sabiduría, que es la que nos lleva a Dios y la que nos hace vivir en plenitud.

Menciona el comentario de la Biblia de la Iglesia en América, que así sucede con la “gente de esta época”, con la del tiempo de Jesús y con la gente de nuestro tiempo: corremos el peligro de afirmar nuestros propios proyectos y deseos por sobre el plan salvador de Dios revelado en Jesús y nunca nada nos parece bien.

Te invito a que revisemos y pensemos: ¿soy una persona que todo lo critica, que todo lo que sucede me parece mal, que nada de lo que se hace me parece bueno? Porque probablemente estamos yendo por un camino equivocado y en lugar de estar acercándonos un poco más a la comunión plena con Cristo y su Iglesia, nos alejamos sin darnos cuenta.