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Así comienza la primera epístola de Pedro (1 Pe 1,1). Pero,  ¿quién fue el apóstol Pedro? ¿Qué hizo, cuál fue su relación con Jesús? Responder a estás incógnitas es importante, pues se trata del personaje que se menciona más veces en el Nuevo Testamento (Demaray, 1964) después de Jesús[1].

 

Su vida y obra

A manera de biografía, se puede decir que nació hacia los primeros años de nuestra era en Betsadia, Galilea y murió en el año 67 aproximadamente. La Biblia menciona a su padre Jonás (traducido también como Juan, cf. Jn 1,42-44) y a su hermano Andrés, discípulo de Juan el Bautista (cf. Jn 1,40).  Acerca de su estado civil, se entiende que fue casado (cf. Mt 8,14) y algunos escritos apócrifos especulan acerca de una hija. La Biblia enseña, también, que era de oficio pescador (cf. Mt 4,18).

Así pues, antes de conocer a Jesús, se puede decir que Simón hijo de Juan fue un pescador jefe de familia en Galilea.

Una vez que se encuentra con Jesús, su vida cambia. Comenzando por su nombre.

 

Un nombre, una vocación

Pedro, de nacimiento llamado Simón, fue conducido hasta Jesús por su hermano Andrés, quien le dijo: “¡hemos encontrado al mesías!” (Jn 1,41). En ese momento Jesús lo nombró Cefas (Kephas) término arameo que significa piedra (o petra en la traducción griega).

El cambio de nombre[2] de Simón a Pedro, como sucede frecuentemente en las Sagradas Escrituras, designó su misión y vocación.

La Biblia muestra a Pedro con una personalidad fuerte, ruda. Quizá no recibió instrucción especializada en la Torá[3], pero su fervor por hacer la voluntad de Dios era innegable. Hablaba la lengua popular de los judíos en ese tiempo, el arameo.

Un dato importante a destacar es la triple negación que hizo del Señor Jesús, y cómo fue también restituido tres veces por el amor a Cristo, quien le pide apacentar sus ovejas (cf. Jn 18,27. 21,15-19) y le da la misión de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,31).

Mateo narra magistralmente los planes divinos de Jesús para Pedro: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la vencerán» (Mt 16,18). A demás le entrega las llaves del reino de los cielos, para que todo lo que ate en la tierra, sea atado en el cielo; y lo que se desate en la tierra, sea desatado en el cielo (cf. Mt 16,19).

Por lo tanto, la misión Petrina es ser el Pastor Universal de la Iglesia, es decir, el vicario de Cristo en la tierra.

Es interesante mencionar, también, que fue testigo de los milagros de su Maestro, y él mismo hizo milagros en el nombre de Jesús; de hecho, él hace la primera curación milagrosa después de la resurrección (cf. Act 3,6-7).

Curiosamente, es el primero en las listas de los apóstoles y es él quien declara la necesidad de la primera sucesión apostólica, la de Judas Iscariote (cf. Act 1,15-22)

Además, fue el único en aventurarse a caminar sobre el mar con Jesús (cf. Mt 14,28-32) y, el día de Pentecostés, su predicación condujo a la fe a más de tres mil personas (cf. Act 2,14-42). Esto habla de su incuestionable firmeza.

Sin embargo, las cosas no fueron fáciles para Pedro. De hecho, fue amonestado por san Pablo (cf. Gál 2,11-14) en el debate referente a la circuncisión de los cristianos que no provenían del judaísmo. Al respecto, Pedro recibió una revelación especial sobre la herencia de los gentiles[4] y se pronuncia solemnemente en la reunión apostólica de Jerusalén – considerado el primer Concilio de la Iglesia – (Act 15,6-14), declarando que no se debe imponer el yugo de la circuncisión a los no judíos, (cf. Act 11,1-18).

 

Escritos inspirados por Dios

Respecto a su obra escrita, se le atribuyen dos cartas de la Biblia y se afirma que intervino, en alto grado, en el Evangelio de su discípulo Marcos. Tal vez Pedro no escribió con su propia mano estos textos (era pescador, no maestro de la ley) pero el contenido indudablemente corresponde a las palabras y experiencias de Pedro, que ya dictadas o no, fueron puestas por escrito por sus más cercanos discípulos.

 

Obispo de Antioquia y Roma

Simón Pedro, pues, viajó a Antioquia para predicar el Evangelio (cf. Gál 2,11-14) pero su destino principal y común con Pablo era Roma (cf. Jn 21,18-19; Act 12,17; Rom 15,20), en la cual veían el símbolo de todas las naciones para hacer un anuncio universal[5] de Cristo, del Evangelio, del Reino de Dios.

Ya en Roma, Pedro se estableció para ejercer el ministerio Petrino hasta su muerte. El primero en sucederle en el episcopado de Roma fue Lino, por decisión del mismo Pedro; después Anacleto, y el tercero fue Clemente.

 

El martirio

La vida de Pedro tiene su climax en un intento de huida de Roma. Mientras huye, recibe una estremecedora revelación de Jesús que lo hace reconsiderar su camino, y regresa sólo para enfrentarse con la muerte… crucificado. Pidió sucumbir cabeza abajo (de acuerdo a Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica, s. IV), porque no se consideró digno de una muerte semejante a la de su Señor.

 

Sucesor de Pedro

En la actualidad, los restos del Apóstol se conservan debajo de la Basílica de San Pedro; sobre él está aún edificada la Iglesia, en su sucesor el Papa Francisco, desde el 13 de marzo de 2013, quien, además, visitó nuestra queridísima Ciudad Juárez el 17 de febrero del 2016.

Ilustración 1 – Despedida del Papa Francisco en Ciudad Juárez[6]

 


NOTAS

[1] El Dr. Donald E. Demaray es un teólogo metodista y profesor emérito en el Seminario Teológico Asbury en Wilmore, Kentucky. También ha impartido formación espiritual en el Seminario Teológico Asbury por más de 20 años. (Demaray, D. E. (1964). Introducción a la Biblia (2001 Logoi. Inc. ed.). Colombia: Editorial Unilit).

[2] Dicho cambio es tajante en las palabras de Jesús: “tú te llamarás Kephas” (gr. κληθήσῃ, llamar, nombrar. Jn 1,42). Los Evangelios hacen alución al nuevo nombre al decir “Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro” (Mc 3,16), “Simón, a quien llamó Pedro” (Lc 6,14; cf. Mt 4,18).

[3] La Torá (Ley) son los primeros cinco libros de la Biblia cristiana, y son el centro de la Sagrada Escritura de los judíos.

[4] Con “gentiles” la Biblia se refiere, en general, a los no judíos y a los pecadores. Técnicamente, son los que no son parte del pueblo elegido y, por lo tanto, se pueden considerar paganos.

[5] Es decir, el Kerigma Katholikos, el anuncio católico del Evangelio, misión encomendada en Mt 28,19.

[6] Presidencia de la República Mexicana [CC BY 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons; recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File%3ADespedida_a_S.S._Papa_Francisco_-_24807537380.jpg