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Enseguida, el Espíritu llevo a Jesús al desierto para ser puesto a prueba por el Diablo. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre. El Tentador se acercó y le dijo: Si tú eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes. Jesús le respondió: las Escrituras dicen: el hombre no vivirá solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4,1-4)

 Este texto del Evangelio de Mateo es ambientado y precedido por el relato del Bautismo, en donde se escucha la voz que salía de los cielos y reconocía a Jesús como el Hijo amado, es decir, una vez que Jesús es bautizado y desciende el Espíritu que lo unge, recibe el reconocimiento de Hijo y viene la tentación. Son tres las tentaciones que el Tentador hace ante la fragilidad manifestada por la necesidad fisiológica de comer, de igual manera son tres las respuestas que Jesús realiza, sin embargo, no haciéndole frente con argumentos propios, o comunes, responde con textos de las Escrituras.

También para nosotros por el bautismo, es fácil y es seguro que llegue la tentación, y más en los tiempos de fragilidad, donde nuestra oración es menor, donde apartamos nuestra vida de Dios, donde dejamos la etiqueta de católico/a en un cajón y somos solo nosotros. Por ser hijos de Dios, el Tentador lo que busca es alejarnos de él, mostrarnos las cosas “buenas” del mundo, la salida fácil ante nuestros problemas nos disfraza un mal con un bien, y esa no es la solución o el camino que debemos seguir. Este texto de Mateo también nos hace ver que Jesús, es la nueva cara del pueblo de Dios, ya que asemejando los 40 años que paso en el desierto, en donde el pueblo muchas veces fue tentado y cayó en esa tentación, Jesús en los 40 días y noches que paso en el desierto siendo un lugar con peligros, extremoso en el clima, alejado y solitario, no desiste.

Jesús se mantiene firme por la confianza que tenía en el Padre, confiaba en él y en su palabra, demuestra en este pasaje tener un domino de si muy grande, a diferencia de lo que nosotros podemos experimentar, donde nuestra fragilidad, nos hace perder el dominio y sucumbir ante la tentación. Es necesario que nuestra vida este impregnada de la Sagrada Escritura, de una espiritualidad sólida para poder hacer frente a los obstáculos que van apareciendo en nuestro camino de fe.

El Papa Francisco ha mencionado en algunas de sus homilías, que una de las formas más efectivas para vencer la tentación es no dialogar con el diablo: Jesús nos enseña cómo; Jesús lo alejaba con la Palabra de Dios no con palabra humana. Hay una invitación clara por parte del evangelista de acercarnos a las Sagradas Escrituras, para encontrar lo que Dios nos dice y a lo que nos invita.