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Y toda la gente quería tocarlo, porque de él salía una fuerza que los sanaba a todos. (Lucas 6,19)

A lo largo de la Sagrada Escritura, sobre todo en el Nuevo Testamento con la persona de Jesús, podemos encontrar en varios momentos durante su ministerio, personajes que buscan el contacto con él para ser sanados, y librarse de sus males. No sólo son hechos aislados que se dan, sino que de trasfondo van dando a entender que como humanidad siempre hemos tenido la necesidad del tacto, del tocar para sentir y con ello entender que algo está pasando.

Ahora con la reciente pandemia que estamos experimentando se ha perdido la oportunidad de “tocar” (abrazar, estrechar manos, dar un beso, una palmada en la espalda que consuela o da ánimo, etc.) por el hecho de que haciendo alguno de esos gestos tan conocidos y comunes para nosotros podemos transmitir o adquirir el virus y enfermar.

Creo que ha sido esto de las consecuencias más difíciles que incluso aún no sabemos sobrellevar, porque repentinamente todo se volvió virtual, “lejano”, “distante”, “ajeno” y nos ha llevado a “limitar” nuestra forma de expresar. Sin embargo, considero que como humanidad tenemos una gran capacidad de adaptación, que nos otorga un beneficio frente a todos estos cambios.

Mencionaba el Cardenal Walter Kasper en una entrevista que le realizaron acerca del pontificado del Papa Francisco, que una de las frases más bellas que ha escuchado del Papa, es “Amor es tocarse”, refiriéndose a que la muestra máxima de afecto hacia la otra persona se da por el tacto, sin embargo, es óptimo encontrar diversas formas de contacto que trascienda y llegue al corazón.

Por el momento no es posible estar físicamente en escuelas, trabajos, iglesias e incluso con nuestras familias. Posiblemente llevemos meses sin ver a gente que es importante, pero no nos quedemos en ese sentimiento amargo, busquemos el llegar al corazón de esas personas que están en nuestras vidas.

Busquemos nuevas maneras de tocar, de estar, no por obligación y conformidad de que es lo único que se puede hacer por el momento, sino también para renovar nuestra forma de relacionarnos con el otro. Salir de la comodidad que esto implicaba y acercarnos, uniéndonos aún en la distancia.