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De la última década para acá, he tenido la costumbre de escribir un diario, no es uno típico en el cual se escribe lo que pasa día a día, sino que ahí escribo las frases que me hacen reflexionar, las notas que me parecen interesante de los libros que leo, los fragmentos de las predicaciones que escucho, las citas bíblicas favoritas, las frases de santos que hacen eco en mi corazón, en fin, cualquier cosa que se digna de ser escrita.  Y es así como, sin darme cuenta, ya son varias las libreras dedicadas a esta actividad a largo de los años. El otro día limpiando mi librero empecé a hojear uno de estos cuadernillos y conforme pasaba las páginas entre garabatos y mala caligrafía, mis ojos se detuvieron en unas frases del Siervo de Dios Tonino Bello, frases que retumbaron en lo profundo de mi alma. Con letras grandes escribí lo siguiente:

Colocación Provisoria. Pienso que no hay una formula mejor para definir la cruz. Mi cruz y tu cruz, no solamente la de Jesús. ¡Animo, entonces!: tu cruz, aunque durara toda la vida, siempre es una “colocación provisoria”

Debo confesar que esta frase dejó huella en mi interior, pues hizo cuestionarme mi manera de sufrir, de enfrentar las dificultades que son parte del día a día, de llevar dignamente mi cruz. Como seres humanos, limitados en tiempo y espacio, se nos complica ver las cosas en perspectiva y tendemos a enfocarnos en el presente, en el aquí y ahora, el mundo a nuestro alrededor nos dice que hoy es lo único que tenemos, por lo tanto, hay que buscar siempre el placer evitando a toda costa el sacrificio y el sufrimiento. Pero como Cristianos estamos llamados a ver cada situación, incluso las dolorosas, desde la perspectiva de la eternidad, pues cuando entendemos que la cruz es provisional, la vida cambia y nuestros sufrimientos se vuelven pequeños a la luz de la eternidad. Colocación provisoria quiere decir que el propósito de vivir esta vida es prepararnos para la otra, que las alegrías, los momentos de gozo, las metas logradas, los sueños cumplidos, así como también la enfermedad, la tristeza, la muerte, los anhelos no conseguidos, son acontecimientos temporales que adquieren valor en la medida que nos sirven para ganarnos el cielo. Sufrir no es fácil, sobre todo cuando el sufrimiento se alarga por mucho tiempo, cuando la cruz que cargamos aparenta pesar cada día más, pero si aprendemos a darle sentido a nuestro sufrimiento, sabremos que el dolor no es en vano y que no será para siempre. Si unimos nuestros sufrimientos a los de Cristo, estos ya no serán estériles, sino que darán mucho fruto en nuestra alma y en la de los demás.

Mi vida como la de todos, por periodos, ha estado marcada por el sufrimiento, los últimos meses especialmente por la enfermedad, y aunque sin duda ha habido momentos difíciles, el saber que esta cruz es temporal (aunque duraran hasta el último minuto de mi existencia terrenal) me consuela enormemente, pues la certeza de saber que, aun sin comprenderlo, mi dolor no es inútil, me da fuerzas para seguir, para cargar mi cruz con amor y alegría. Sufrir no es fácil ciertamente, pero ser discípulos tampoco lo es.

Al dar vuelta a la hoja a la libreta, continuaron apareciendo frases de Tonino, siendo ésta la última que garabateé:

¡Ánimo hermano que sufres!, también a ti te bajarán de la cruz. Hay una mano perforada que desclava la tuya del madero. He aquí un rostro amigo empapado de sangre y coronado de espinas que roza con un beso tu frente. He aquí un regazo de mujer que te envuelve de ternura. ¡Ánimo! Faltan pocos instantes para las tres de la tarde.    

Sea cual sea la cruz que estés cargando, la muerte de un ser querido, la enfermedad, la espera, el desempleo, etc., pido a Dios que te fortalezca y te de sabiduría para saber sufrir, pero sobre todo  la confianza de saber que falta poco para las tres de la tarde.